viernes, 29 de junio de 2007

la Torre

Se nos hizo de noche o eso parecía. Desde el campanario se iba apagando la ciudad lentamente. La gente comenzaba a salir a la calle. Los niños jugaban en la plaza de la iglesia dando gritos. Desde arriba los veía como si fueran pájaros pequeños y muy frágiles y de los que dependía la alegría del mundo.
Si uno de esos pájaros dejara de correr de pronto y se desplomara de lado, muerto, sería el fin del mundo (más o menos).
Lo peor es que desde aquel campanario no se podía ver más allá de la ciudad. Si no, es posible que no hubiera sido capaz de soportar la tristeza.

Foto: Campana y cruz en Valdemoro

miércoles, 27 de junio de 2007

Valdemoro

Después del exitazo del otro día de Villaverde se me ocurrió que la cosa podía repetirse. Convencí a Alejandro y fuimos a ver qué podíamos sacar de la sureña y noble ciudad de Valdemoro y sus gentes y su herencia histórico artística.
Hicimos de todo, nos subimos a un campanario, espiamos a unos pintores noveles, retratamos a niños y a mayores.
Ahora solo hace falta ver el resultado.
En la foto Ale en una foto turística.

martes, 26 de junio de 2007

Las cosas que ofrecen las mañanas


Lo reconozco. No hago fotos nuevas.
Igual que no escribo cosas nuevas y que no acabo de arrancar con los proyectos.
De todas maneras me gusta creer que todo va saliendo hacia delante, que cada día ofrece nuevas cosas, que me voy a encontrar con una imagen o una historia aquí o allá, cada día.
Las mañanas ofrecen posibilidades, una detrás de otra. Lo único que hace falta es saber encontrarlas, verlas, elegir entre atraparlas o dejarlas marchar.
De momento hoy me voy a Valdemoro a hacer fotos con Mr Vivancos, compañero de estas mañanas llenas de polvo.
Hoy me he levantado con la muerte del hermano de Javier. Un cáncer de pulmón de esos que no dejan margen para nada. Estaba cerca de llorar cuando hablaba y me he limitado a estar ahí con él, a no decirle nada para que él entendiera lo que quería decirle.
Creo que ha sabido hacerlo.

lunes, 25 de junio de 2007

trabajo


En la foto está Rodrigo. Trabaja. scribe sin parar sobre cocineros y recetas y restaurantes y guías de gastronomía. Además ha escrito de vez en cuando algún reportaje.
A veces el trabajo es como Rodirigo, imparable y absoluto. Otras veces es más bien como yo, lento, tardío, en tonos grises. Poca cosa.
Creo que empezaré dentro de pocas fechas a cambiar de vida. Aunque claro, cuando uno tiene estas intenciones y las hace públicas corre el peligro de ser como Pedro el del Lobo o como un fumador que puede dejarlo cuando quiera. Algo así.
Esta mañana amor de sábanas limpias,
legañas y desayuno apurado.
Esta mañana, llegar tarde al trabajo.
Recuerdo de un amor de ducha nueva y cristaleras
y flores que renacen. Esas cosas.

martes, 19 de junio de 2007

la gente jode mucho


Hay un hombre sentado cada día en el suelo junto a la salida principal de la casa del libro de Gran Vía. A su lado un cartel: Te Vendo mi poesía por la voluntad.

La gente pasea cerca de él y no le hace caso y él escribe y cuando termina de escribir grita. Supongo que grita porque ha bebido o porque es como si hubiera bebido. Porque está como borracho de sí mismo, bebiendo a bocanadas el aire sucio de la calle, la luz de alguna idea que ha tenido.

"La gente jode mucho pero folla muy poco", grita a voz en cuello.

Yo paso por su lado. Me confundo como uno más. Hago como el que no le hace caso, como el que lo considera un loco. Pero en ese momento no pude evitar que se abriera paso entre mis recuerdos otro poeta callejero.

Dublín, año 2003.

En Grafton Street un hombre alto y flaco de barba incipiente y ojos apagados sostiene cuadernillos en la mano. Me recuerdan cuadernillos de caligrafía. Tienen colores mates, tristes. Me fijo en la portada: Poems. La marea de gente se lo traga y luego vuelve a resurgir varias veces. Es como si fuera un náufrago que se ata a un trozo de madera firme, conocedor de su destino y habiéndose prometido que no iba a dejar margen para el sufrimiento. Se me cae el alma a los pies.

Por entonces uno pretendía configurar el mundo, pintarlo con sus colores de rima y verso endecasílabo. No hace falta decir que mi intento fue un fracaso.

Foto: Escalera absurda o cresta, junto al Rin

lunes, 18 de junio de 2007

La escalera


Las sombras dicen cosas que los colores no conocen.
A veces me obsesiono con ellas, con las sombras, y me doy cuenta de que todo funciona mejor en blanco y negro, y miro las figuras extrañas que dibujan sombras por las paredes, por los suelos, las sombras que hacen, sobre una cara, las arrugas de los viejos.
Es igual que cuando camino por la calle y contemplo a esa gente que se sienta en el suelo tras un sombrero boca arriba. Como el hombre que te vende su poesía por la voluntad en la calle Gran Vía. Como la puta china de quince años que me asaltó en la plaza de lavapiés y me preguntó si me gustaba. O la anciana que se queja en la cola del supermercado gritando en silencio que necesita una conversación.
Son peces fuera del agua, el reverso del tapiz, el negativo de un mundo de luz y de color.
Alguna vez yo fui como ellos.
Puede que por eso me obsesione con las sombras.
Foto: escalera de la catedral de Köln

no fue posible


Me dio un poco de rabia.
Ayer, de pie en un metro. Línea tres, camino de Callao.
A mi alrededor mucha gente vestida de blanco gritando campeones.
Junto a mí, cuatro francesas, Erasmus, haciendo fotos.
Yo, un poco triste y un poco mareado y teniendo esa sensación extraña que mezcla la alegría por ver a la gente feliz y la tristeza por saber que realmente nada de aquello merecía la pena.
Escena segunda.
Superficie. Gran vía. Ya es de noche y la gente se dirige con sus cláxones y sus banderas y su sonrisa de oreja a oreja a la plaza de Cibeles o lo más cerca que les sea posible.
Yo camino entre toda esa gente. Las Erasmus francesas han desaparecido. Bajaron en la parada de Plaza de España. Se perdieron para siempre en la maraña de la ciudad. En un soportal, una mendiga joven y pelirroja que mira a todo el mundo con desprecio. Un cartón arrugado que reza: "TENGO HAMBRE" Nada más. Llego a casa y Diana está en el salón.
- EL madrid ha ganado -le digo como saludo.
- No me digas - responde.

(Foto: los pies de Ana en un balcón de Lozoya)

viernes, 15 de junio de 2007

Bodo


Bodo escribe guiones y es alemán. Tiene ese aspecto de haber sido uno de esos niños que ha leído una cantidad ingente de comics de todo tipo. Le encanta la película El Topo, de Jodorowski y tiene la virtud de saber decir unas cuantas frases en español con una precisión asombrosa para alguien que lleva apenas un par de meses estudiando el idioma.

Ahora, con un café delante, me acuerdo de él, uno de los visitantes de la casa Los Leones, en Lozoya. Nuestro más querido Friki.

jueves, 14 de junio de 2007

El agua y la mano


En el lago que era embalse, una mano toca el agua y un ojo fascinado la fotografía.
La mano pertenece a Alicia, tras de mí estaban tres alemanes y en frente la Sue. Al cabo de unos minutos fuimos a tomar unas cervezas. Algo más lejos estaba la casa. Mientras, por la carretera, se acercaba un coche con nuevos visitantes. Tilman no tenía ni idea de que su hermana venía a verle desde Londres para felicitarle el cumpleaños.

miércoles, 13 de junio de 2007

La sierra


Se estaba bien.
Lozoya, una casa con vistas a un lago que no era un lago y a un campanario que sí era un campanario y a un pueblo silencioso.
Motivos podía haber varios, como por ejemplo escapar del ruido de liga de fútbol y coches en que se quería sumergir Madrid este fin de semana. Pero fue Tilman (en la foto, a la derecha, bebiendo), o más concretamente su cumpleaños, el que hasta allí nos llevó.
Por cierto, para todos mis admiradores (que espero sean pocos) debo decir que acabo de ganar un premio de fotografía en Villaverde Alto.
La foto (que por ceirto no es nada del otro mundo) la pondré aquí cuando se exponga o se haga pública, por aquello de que no me desposean. Tienen la manía de querer que todos los premios sean a obras inéditas.

lunes, 11 de junio de 2007

el viejo y el mar


Que conste que es la novela que más me interesa de Hemingway. Aún con todo la recuerdo algo incierta, algo racista, algo machista como todo lo que escribió en su vida. En Adiós a las armas hace constantes referencias a que la mujer sin el hombre no deja de ser un elemento ornamental de la sociedad mientras que el hombre sin una mujer puede vivir tranquilamente siendo un ser completo. De hecho cuando ella fracasa al final de la novela en el intento de darle un hijo al protagonista fracasa de forma absoluta en su razón de ser. Tener y no tener es otro intento y por quién doblan las campanas no hace sino repetir la fórmula en la que una chica que ha de avergonzarse por cómo es logra su máximo objetivo vital al liarse con un perfecto desconocido y abandonar todo cuando es y cuanto posee para unirse a él con devoción.
Este viejo lo encontré en las calles de Madrid, mientras la gente gritaba que se fuera la yanki. Tiene algo de tierno por las ilusiones perdidas, por las decepciones que le han cincelado la cara de arrugas, por los sueños sin realizar. Pero aún así estaba el tipo con su puño en alto posando para mí, para mi cámara huérfana de periódicos en los que verse reflejado al día siguiente.

El niño y Bush


Condoleeza Rice decidió hacer una visita a España, pero hubo gente a la que no le gustó la idea. Y mira que, una vez aquí, entre visita y visita, dijo cosas interesantes, entre ellas lo de que era mejor que Guantánamo no existiera, pero que como la gente que estaba ahí metida era muy peligrosa, casi mejor que se quedara allí toda la vida.
Pero a lo que íbamos. La gente a la que la idea de que viniera aquí Condi decidió ponerse de acuerdo para gritarlo por la calle. Así, se montó una pequeña manifestación (IU), con banderas republicanas y pancartas, y gente con el puño en alto en la puerta del sol. Los turistas no parecían entender nada de nada. Sobre todo los turistas yankies, que veían todo aquello como aquel que va a un circo a ver a los leones un poco de lejos.
Se podían sacar fotos interesantes, pero me quedé con esta.
Saliendo de la manifestación, subiendo por la calle montera, un niño que no sabía qué significaba aquel papel sujetado por un palo.

jueves, 7 de junio de 2007

Más de Münster


Entre todos los parques que hay en Münster, hay uno que está alejado del centro. El parque tiene un lago y el lago tiene una leyenda.

No se trata de nada parecido a princesas convertidas en cisnes ni a príncipes que son ranas. Aunque, como en todas las leyendas, la libre interpretación está presente.

Sucede que en el lago del parque vive una cisne y varios patos. Hay, además, una especie de escultura flotante (patín) con forma de cisne y de color negro.

Según dice la gente del lugar, el cisne está enamorado del patín hasta tal punto que evita, temible, que nadie se acerque a él, ni siquiera los patos, ni los visitantes, ni otros cisnes que han vivido ocasionalmente en esa zona.

Un invierno, cuando el lago se heló, cogieron al cisne y se lo llevaron al zoo de la ciudad, pero el cisne estaba triste. Solo cuando le llevaron a su nueva casa el patín negro con forma de cisne pareció revivir.

Ahora, la mayoría de los turistas que van a Münster visitan el lago para ver a esta extraña pareja. A los niños le cuentan historias de príncipes y de princesas y de cisnes que lloran en invierno. Pero esas historias, como la mayoría que le cuentan a los niños, no son más que una ilusión de los adultos . Es lo que ellos desearían que fuera, y no la realidad.


En la foto el parque con el lago al fondo. La historia me la contaron después. Dos turistas parecen estar mirando al cisne.

Münster


Está un poco al norte de Köln.

Para llegar es indispensable echarse una siesta en un tren, llevar en el equipaje un libro que no tienes intención de leer y tener poco miedo a la lluvia.

Luego, al salir de la estación, uno se encuentra con bicicletas y con niños, con perros corriendo por parques enormes y verdes. Se encuentra con borrachos educados y casas de otra época (re)construidas gracias a un tipo llamado Marshal.

Fiesta de las culturas. Universidad.

Cervezas de mentira.

Olor a primavera que no se atreve a romper.

Y flores como estas

martes, 5 de junio de 2007

días


Te levantas, te duchas, vas al trabajo.

Ordenas tus papeles. Dejas que pase el tiempo. Unas horas. Escuchas

voces familiares. Observas cómo la gente

trabaja, charla, vive,

mira la pantalla con aire ausente o turbio,

teclea de vez en cuando, se amodorra.

Mientras

la ciudad continúa su pulso de fantasma

entre el cristal y el sol

con autobuses y metros que se quedan atascados en un túnel.

Sabor a agua amarga, a agua que se queda

varada en la botella quince días y sabe a tiempo muerto.


En la foto la catedral de Köln a punto de derrumbarse.

suelos

Estando en Köln tuve una pequeña meditación. Cuando se está solo se piensa mejor. Cuando se guarda silencio se piensa mejor. Cuando se mira a la gente sin esperar nada de nadie se piensa mejor. Así que ahí estaba yo, aprendiendo a andar por las calles de esa ciudad, solo, callado, contemplando los movimientos de la gente.
Fue entonces cuando tuve la reflexión. Los suelos de las ciudades nos cuentan su historia. Tuve la impresión de que el suelo que estaba contemplando en ese momento, bajo esa luz concreta, no podía estar en ningún otro sitio, solo en Köln. Igual que el suelo de la Gran Vía o el de la calle sierpes o el del paseo de Gracia o el de la calle Hinojosa de El Viso de los Pedroches (Córdoba).
Aquí lo dejo, pues, para uqe lo veais. Siete de la tarde.

lunes, 4 de junio de 2007

peleas digitales


Mi cámara decididamente me cae mal.

Me cae mal porque hace las fotos en unos tonos azules y verdes que no soporto.

Como resultado tengo fotos de niños que parecen marcianos y atardeceres que le hielan a uno la sangre.

Lo sé, es una cuestión de balance de blancos. También sé que uno debería leerse las instrucciones de la cámara con la que pretende hacer fotografías, pero bueno, uno, trasteando, acaba haciendo lo que puede.

Ayer me hicieron un comentario que me hizo mucha ilusión:

ALICIA: está muy bien tu blog, pero ¿por qué no pones fotos tuyas?

YO: Pero si todas las fotos son... Gracias.
Aunque claro, en esas situaciones uno no sabe bien qué pensar, si lo consideran un torpe sin remedio incapaz de sacar una fotografía decente o si lo que hacen es dar ánimos a sabiendas de que lo dicho se puede malinterpretar.


En la imagen detalle del edificio Triangle, de Colonia.

viernes, 1 de junio de 2007

después de la lluvia


Uno va viéndolo todo de lejos, la catedral, el puente.

Ha llovido antes.

Tiene la cazadora calada y las piernas entumecidas.

La zapatilla no ha sido capaz de contener la lluvia.
Foto turística de un turista para turistas internautas. Cada uno lo que es.