miércoles, 29 de agosto de 2007

Bienvenue en Tunisie

Diana me dio la idea de la foto. A mí no me entusiasmaba, pero a ella se la veía feliz con la idea. Llevábamos en Túnez apenas cuatro horas. Tiempo para regatear el precio de un taxi que nos trajera a la ciudad desde el aeropuerto. Tiempo para descubrir que un hotel de cuatro estrellas en Túnez no tiene por qué ser un hotel de cuatro estrellas de verdad. Tiempo para un kebap. Tiempo para conocer, aunque fuera solo un poco, la hospitalidad árabe. Tiempo para sentir en la piel un calor no del todo pegajoso y en la cara el viento cercano del mediterráneo.
Hay un olor a tabaco y sudor en el aire. La gente aprovecha cualquier jardín para tumbarse y charlar. Para tomarle el pulso a la noche tranquila. Es agosto.
Es ya casi la una de la mañana y Diana tiene la idea de que le haga una foto al panel. A ella le hace más ilusión que a mí. Por su ilusión disparo. Por su ilusión tenemos ya la primera foto del album, la bienvenida a Túnez en letras rojo sangre, en perfecto francés.

jueves, 23 de agosto de 2007

Regreso


Túnez tiene el cielo limpio y es una mezcla de arena y de turistas, de jeeps en el desierto y olores de zoco.
Acabo de volver de allí y no me acostumbro, la verdad. Madrid es otra cosa. Es una ciudad que da bocanadas, que no termina de vaciarse nunca, ni siquiera en Agosto. Pero ahora se respira un poco más de paz y la vida corre con menos prisa. Esa es al menos la impresión que me da, aunque, bien mirado, la cosa puede depender más de los ojos que miran, como siempre, de la velocidad a la que late cada corazón.
Me estoy poniendo al día con los blogs de la gente. Acabo de ver a Víctor paseando por Vietnam en su caballo metálico, sus fotos increíbles. Visito también a Dani y a Def, y a mucha gente más.
EN la foto el último de los beyes (no es una errata) de Túnez. El pobre murió en los años sesenta, así que la foto no es mía. Pero vale como documento, ¿no?