
Se nos hizo de noche o eso parecía. Desde el campanario se iba apagando la ciudad lentamente. La gente comenzaba a salir a la calle. Los niños jugaban en la plaza de la iglesia dando gritos. Desde arriba los veía como si fueran pájaros pequeños y muy frágiles y de los que dependía la alegría del mundo.
Si uno de esos pájaros dejara de correr de pronto y se desplomara de lado, muerto, sería el fin del mundo (más o menos).
Lo peor es que desde aquel campanario no se podía ver más allá de la ciudad. Si no, es posible que no hubiera sido capaz de soportar la tristeza.
Foto: Campana y cruz en Valdemoro
No hay comentarios:
Publicar un comentario