Fue entonces cuando tuve la reflexión. Los suelos de las ciudades nos cuentan su historia. Tuve la impresión de que el suelo que estaba contemplando en ese momento, bajo esa luz concreta, no podía estar en ningún otro sitio, solo en Köln. Igual que el suelo de la Gran Vía o el de la calle sierpes o el del paseo de Gracia o el de la calle Hinojosa de El Viso de los Pedroches (Córdoba).
Aquí lo dejo, pues, para uqe lo veais. Siete de la tarde.
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