
Me engancho. Luego, al poco, me vuelvo a desenganchar. Después me echo de menos hablando aquí, como si lo hiciera al viento, igual que si estuviera delante de un micrófono en la radio y dijera palabras que no sé bien si alguien escuchará, y vuelvo a la costumbre del teclado, de elegir una foto de hace tiempo y de decir un poco cómo van las cosas por esta casa.
De momento mal, o no del todo bien. La búsqueda de trabajo tiene este tipo de cosas. Unos días estas arriba, contestas a una oferta de infojobs que es perfecta para ti y te da el subidón. Luego pasa el tiempo y nada. No pasa nada de nada y te quedas con el cuerpo como metido en un congelador.
Así van pasando los días y uno empieza a pensar que la tele no está hecha para que uno trabaje en ella, y que del periodismo mejor no hablamos, que, para el caso, está peor, que los guiones nunca le van a sacar a uno de pobre y que la literatura nunca fue hecha para comer de ella.
Un desastre completo. Un fracaso eso de no haber elegido como carrera, como futuro, la administración de empresas, el derecho o la ingeniería.
Yo iba para geógrafo. Me encantaban los mapas de isobaras. 'Por debajo de 1013 de presión puede llover' le decía a mi padre, que me miraba como quien mira a una iguana dentro de un terrario en el zoo, pero era más atractivo jugar con las palabras, hacer que tuvieran formas, que evocaran olores, que marcaran las sombras de las cosas que contaba.
De momento la aventura está saliendo regular, pero aún no he perdido la esperanza.