En Sevilla hace un calor que mataría del mareo a cualquier pingüino y alguna que otra planta, como las del balcón de mi casa, que están un poco abandonadas, se queman, se mustian, se agotan de existir y sienten el abandono en lo más profundo de sus troncos leves.
Ahora me esperan seis horas de autobús otra vez.
Amable conductor, trátenos bien. Mañana tenemos que estar puntuales para ir al concierto de marea.
Me encomiendo a dios en todas sus formas posibles para que reine la paz en las carreteras este día denso de mayo.
Hoy no hay foto. El ordenador no deja
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