Lo creí perdido.
Creí que estas líneas que (insisto) no tienen nada de especial salvo que las escribo yo mismo (y eso, por supuesto, sigue sin tener nada de especial) se habían perdido en el mar incomprensible de la red.
Ale me dijo algo así como que no se perdía mucho. Yo, aunque estaba bastante de acuerdo con él, le miré con cara de poker.
Sigo solo en esta habitación. La parte de atrás del monitor de Carlos Tejero me mira indiferente o me da la espalda o hace ambas cosas a la vez. Hay acciones que solo pueden llevar a cabo los objetos, los objetos inertes, sin alma, anodinos, y el monitor de Carlos Tejero tiene todas esas características.
Supongo que hoy me tocará, como siempre, sumirme en el mundo turbio de la gastronomía de autor, leer alguna revista sobre vinos y publicar la nueva serie de noticias de Spain Gourmetour, esa publicación que muere de éxito a cada rato, cada quince días.
Letras, palabras, frases. Se engarzan, entran en mí, las pienso y salen malformadas y se pierden y ya no hay más que hacer, ya no son de uno, pertenecen al viento o a los vientos diferentes que las esparcen como hojas secas.
No dependen de mí ya mis ideas, ni siquiera las ideas que no fueron del todo mías aunque las imaginase así, aunque me engañara imaginándomelas así. Mis ideas, que son pocas, ya son tuyas o de nadie, como cuando ves volar los pájaros y sabes que no es suyo su propio movimiento, que pertenece a tus ojos.
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1 comentario:
En el fondo no somos más que le interpretación de los otros mi estimado, o los otros son la nuestra...
Abrazo apañero.
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