jueves, 31 de mayo de 2007

explanadas


En la explanada que hay junto a la catedral de Köln hay muchos chavales. La mayoría van con monopatines, aunque también los hay en patines o con bicicletas de Monty. En otra plaza, a la salida de la Hauptbanhof, hay una escalinata. Allí también quedan.

Corren y hacen malabares con su cuerpo y sus herramientas. Saltan, hacen piruetas imposibles y se caen.

Todos se ríen y lo celebran. Muchos se graban en vídeo.

Yo, turista curioso, les hago fotos, aunque esté a punto de cortarle la cabeza al muchacho antes de tiempo.

miércoles, 30 de mayo de 2007

Colonia






Colonia debe su nombre a se llamó así porque el primer asentamiento que hubo en la zona era una Colonia Romana llamada de una forma que no soy capaz de recordar.



En 1945 los aliados tuvieron el detallazo de dejar la ciudad como en la foto de arriba. Cayeron bombas y más bombas y no quedó (casi) piedra sobre piedra. Solo les faltó echar sal por encima, como en Cartago.



Después llegó el plan Marshal a salvarlo todo.


Muchos años después Colonia (Köln para los amigos germanofonos) es visitada por un montón de gente cada año. Contemplan su catedral, sus puentes reconstruidos, pasean junto al Rin, se pasean por sus calles. Yo he sido uno de esos visitantes. Hace poco.


No queda rastro de la gente que murió allí.






martes, 29 de mayo de 2007

vamos a entendernos


Madrid me gusta.

Podría decir que me encanta, pero a mi sentimiento le quedaría tal vez un poco demasiado grande esa palabra. Déjemoslo en que me gusta.

Me gusta porque vive, porque late.

Me gusta porque es una especie de animal enorme de cemento que parece tener un corazón dentro, muy pequeño, cálido y feroz que ama la vida.

Pero a veces no soy capaz de ella, de Madrid, de verme dentro.

A veces es demasiado metálica, demasiado lúgubre, demasiado avariciosa.

A veces es un ruido de chapas y de cláxones y de miradas que violan.

Entendámonos.

Madrid es una ciudad maravillosa, lo único que hace falta es tener un buen par de ojos benévolos con que verla.

En el trabajo la gente empieza a irse. Se despiden con alivio

- hasta mañana -dicen, como en una letanía.

- hasta mañana -contestan gestos, dedos, brazos, cejas, miradas.

A mí me queda un rato todavía. Un rato corto, lo reconozco, luego vendrán las clases de alemán, como en una tormenta, a llevarse la tarde.

En la foto una puta (o eso es lo que parece, la imagen de una puta. Probablemente sea la encarnación de la lujuria). Está en una de las entradas menores de la catedral de Colonia, a la derecha justo de la puerta principal.


Por cierto, una lástima que no se vean bien del todo las anteriores fotos. Lo siento, de verdad.

jueves, 24 de mayo de 2007

perdido en la ciudad


Madrid es una ciudad que no comprendo.

No comprendo sus atascos y sus edificios.

No comprendo la prisa, las carreras en el metro.

El concurso brutal de la miseria.

No comprendo, por ejemplo,

los pasos bajos por la plaza de Colón. No comprendo.

Ni los guiris haciendo fotos ni los punkis desgrenados ni las aceras

que parecen mentir en cada eco de pasos

que parecen

cambiarse de color para gritarle a la noche.

Köln lo conozco menos, así que no pienso hablar de Köln.

Sé que es más tranquila y más pequena y que su río no ha aprendido a mentir todavía.

Que los ninos tragan menos humos y que hay fanáticos del Liverpool (????)

por lo menos anoche.
Por cierto, la foto tendría que ir en vertical.
No sé si me quedaré hasta el domingo o hasta manana. Todo depende de Dani.

miércoles, 23 de mayo de 2007

el país de las yetas


Por algún motivo que desconozco, en Alemania los teclados son diferentes.

No son como los teclados chinos que son... (cómo son los teclados chinos?). El cambio es mucho menor. Las zetas están donde las íes griegas y las íes griegas se encuentran donde tendrían que estar las zetas, así que uno se sorprende escribiendo cosas como abzección o como yetapé o apozarse.

A parte de todo eso Köln es precioso. Lo es porque la gente va en bicicleta, porque tan pronto cae una tormenta como sale el sol y hace calor, porque el Rin pasa magestuoso y lento bajo los puentes de metal.

Köln tiene aire de viuda vieja y adolescente ebria. Pero lo que más parece, por encima de todas las cosas, es una ciudad tranquila, una de esas ciudades en las que, si se consigue entender la sociedad que la habita, resulta fácil vivir.

Las torres de la catedral miran desde lo alto con los ojos de un dios triste.

Por eso es mejor verlas de lejos, como en la foto.

lunes, 21 de mayo de 2007

desde Köln con amor


Varios avisos.

A saber:

Hay que presentarse a las oposiciones de televisión española. Nuestro objetivo vital es ser funcionarios, como la mitad de los franceses y tres cuartas partes de los españoles (al menos de los españoles que yo conozco). Se habla de 30.000 participantes. Si mis palabras hacen que sean 30.001 participantes me daré por satisfecho.

Por otra parte el que aquí habla y escribe y grita de vez en cuando se marcha de viaje a Alemania.

El Icex paga, como siempre. Pero esta vez no voy a hablar de trufa negra (tuber melanosporum) ni de trufa blanca (o magnatum, ya se sabe) ni de toda la inmensa cantidad de trufas estupendas que duermen bajo la tierra blablabla.

No. Voy a hablar de antenas y de cables, de señales amplificadas, de televisión y de satélites y de todo lo que se mueve por el sector. Un coñazo, vamos, pero ambientado en Köln. Algo es algo.

Hasta que vuelva a escribir algo aquí, un abrazo, como el de la foto. Bueno, quizá menos íntimo, menos habituado al gesto que pule la costumbre en la piel.

jueves, 17 de mayo de 2007

bicis y tele


Por lo visto ahora van a abrir una convocatoria para entrar a trabajar en la televisión española.

En total unos 750 puestos. 200 de ellos de redactores. 4 de realizadores.

No sé lo que haré. Supongo que me apuntaré al sorteo a ver si cae algo, me encerraré en casa y me dedicaré afanosamente a leer periódicos y a ver las noticias cada tarde.

No puedo decir que me haga una ilusión loca.

Más ilusión me hace, por ejemplo, tirarme en la plaza de España un día de sol, como el otro día, dejando que pase el tiempo hasta que llegue el momento de ir al cine a ver una peli alemana (La vida de los otros).

Mientras tanto, troto con mi nueva bicicleta (plegable) por las calles de madrid, cuajadas de coches, y me siento como un niño chico, con miedo y con ilusión. Puede que con un poco más de lo segundo que de lo primero.