miércoles, 5 de septiembre de 2007

De Túnez al cielo


Es una lástima que las fotografías no sean capaces de captar el olor y que tampoco puedan retener el ruido. Quizá antes algo de esto podrían llegar a reproducir mediante las emulsiones químicas. Desde la llegada de la fotografía digital todo aquello se perdió para siempre si es que alguna vez llegó a existir.
El caso es que si mi cámara (digital) hubiera sido capaz de captar algo que no fueran formas y colores, texturas, temperaturas... las fotos que hubiera traído de Túnez casi se podrían comer. Casi podrían hablar ellas solas. Las fotos regatearían segundos de ser vistas. Venderían momentos al mejor precio, sensaciones a un dinar y medio.
Tal vez hayamos salido ganando todos con que no sea así.
La foto está tomada en el balcón de la casa del Bey. El Bey, uno de ellos, era el tipo que está puesto dos entradas más abajo. Era el máximo dirigente de Túnez y vivía, como todo buen máximo dirigente, en una casita en el centro. Así llegaba antes a la mezquita a rezar y, si se le antojaban dátiles para merendar, los sirvientes podían encontrarlos en la misma puerta.
La aventura de encontrar la casa, con su azotea, con sus vistas a las mezquitas y la poterior sesión de fotos, es carne para otra historia.
Aunque parezca mentira no me gustan los post largos. Lo que sucede es que me pierdo en las frases y así no hay forma de ser concreto.
Corría un vientecillo fresco ahí arriba. Nuestro guía nos enseñó, en la parte de abajo de la casa, que ahora es un centro para el comercio de alfombras, una fotografía de la reina, Sofía, la griega, esa. Nos pareció muy curioso.

2 comentarios:

© Claudia, la chef dijo...

Pues a mí tus palabras me han sabido a sésamo, así que complementan la carencia gustativa de lo digital.

Cruela DeVal dijo...

Lo mismo digo, sabe a tajin y couscous de cordero comidos en el zoco en silla de formika verde como la de los niños de guardería... y ese te con mente tan refescante y que te da una vitalidad inesperada
Cruela