lunes, 9 de julio de 2007

En irache

Parecía de lejos un paraguas frustrado. Me acerqué y el objetivo de la cámara me permitió llegar un poco más lejos. Ahí estaba esa estructura extraña, sin telas negras ni promesas de tormenta entre las viñas.
El monasterio, en frente, nos miraba a los dos serenamente. Los periodistas con los que iba en el viaje chismorreaban sobre fútbol a unos metros. Hice la foto y volví con ellos. A todos nos parecía bien que se haya ido Capello del Madrid. Al menos eso es lo que recuerdo ahora, unos días más tarde.

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