Cuando uno vuelve de viaje lo mejor es encontrarse una geisha.
La mía, mi geisha, mira a los ojos muy duro, muy directo. Es como si sus ojos fueran de madera o de piedra y yerba.
Al final sonríe. Se van todos los espectros lejos, muy lejos. Yo sonrío también.
Me tiro en el sofá completamente roto y ella viene y se sienta junto a mí.
Le quito a besos la crema de la cara y le cuento mis andanzas, mis aventuras y desventuras por tierras inhóspitas y desconocidas.
5 comentarios:
Es tu chica? Qué guapa (incluso con crema)!!
Qué suerte tienes de tener una geisha, yo tenía una musa, pero creo que está de baja por depresión :)
Hola. Llego hasta aquí de rebote, en un día de fiebre y en casa. Me ha gustado lo que he visto, incluso el diseño (jejeje). Volveré por aquí a menudo.
Me han dicho que la cremita de cara con chocolate está muy rica.
Aunque en Japón la combinan con pepino
así da gusto volver a casa... ¡y tirarse en el sofá! Esta noche me estoy peleando con la plancha. Ya sabes, mañana me toca ser una buena chica ICEX en Zaragoza...
Besote apañero.
petardo, no te da vergüenza que la única foto que tienes aquí colgá de tu novia sea esa??
cuando llegues a casa, al sofá, ten cuidado al sentarte, la geisha te puede dar de sapatillasos!!
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